En vísperas de Festival, es inevitable sentir nostalgia por los que han aportado al folclor vallenato y hoy ya no está. Cada Festival, lamentamos la pérdida de Consuelo Araujo Noguera, "La pilonera Mayor", quien se dedicó en cuerpo y alma -mientras estuvo-, a convertir al Festival de la Leyenda Vallenata, en un punto de encuentro de muchos, en la regla a seguir de los demás festivales, pero en especial, se dedicó a sembrar el sentido de pertenencia por el folclor en todos y cada uno de los colombianos.
Este año, no dedicamos el Afiche al maestro, a Rafa Escalona, pero lo recordamos como el personaje que ha hecho suspirara muchos, como el papá celoso que no quería que ninguno tocara a su hija y a solución de esto le construye una "casa en el aire", lo recordamos como el amigo fiel de "Jaime Molina", porque cumplió su promesa, y le compuso la canción más envidiable para un compositor, ningún otro ha podido hacer una dedicatoria tan sentida a un amigo. Escalona tenía un verso envidiable y un corazón inmenso.
Ya no tenemos a Juan Humberto Rois, derrapando notas que inunden de sentimiento el Valle de Upar, pero sus notas han quedado inmortalizadas en las mentes de muchos, y en especial en las de Diomedes Díaz. El vallenato sigue vivo, no como en sus épocas de oro, en las que Poncho sumaba y no dividía con su Hermano Emilianito, no como en la épocas de "Canta conmigo mi pueblo, y el viejo Valledupar, Y aunque ya no sale otra como "Nació mi poesía", siguen habiendo máximos exponentes del folclor, con sonsonete nuevo, pero bueno y nacen letras como "Si siembro una semilla nace, si canto una canción la pego, yo soy la calidad, la clase, yo soy la novedad si llego", que no pueden ser concebidas ni imaginadas en otra voz que no sea la de nuestro consentido Silvestre Dangond a quien "quieren acabar pero no han podido", es evidente que este género sigue vivo, y que sea lo que sea, como Dice Villazón otra vez "Ganó El folclor".